Si no fuera por el pez Óscar Iván, nunca hubiera escuchado un podcast entero. Así que voy a dejar mi nominación por Grandes infelices, que me dejó hechizada. ¡Abrazo!
¡Anotada la nominación! Estamos impresionados con el cariño que la gente le tiene a Grandes Infelices a ambos lados del Atlántico. ¡Y bienvenida al podcast!
Lindo como Adriana escribe sobre su “negrita”. Un objeto inanimado que cobra vida a través de las personas que conoce y las vivencias que tiene mientras está junto a ella.
Soy mexicana y gran parte de mi vida la pasé en la Ciudad de México; me aficioné a la bici de montaña y cada sábado salía con mis amigas y familia a rodar a una montañas muy cerca de la ciudad. Tu relato me recordó la delicia de subir a la bici, batallar en la subida mientras se respira el bosque y se huele la humedad, el pasto, el moho, las flores, y tantas cosas más. No hacía falta mucho: una bici no profesional pero sí muchas ganas de disfrutar y convivir, de compartir la ruta (y una sobredosis de adrenalina en la bajada) y comer unas ricas quesadillas al final de la rodada.
Si no fuera por el pez Óscar Iván, nunca hubiera escuchado un podcast entero. Así que voy a dejar mi nominación por Grandes infelices, que me dejó hechizada. ¡Abrazo!
¡Anotada la nominación! Estamos impresionados con el cariño que la gente le tiene a Grandes Infelices a ambos lados del Atlántico. ¡Y bienvenida al podcast!
Lindo como Adriana escribe sobre su “negrita”. Un objeto inanimado que cobra vida a través de las personas que conoce y las vivencias que tiene mientras está junto a ella.
Me acordé del podcast "objituario".
Ay, ¡qué lindo podcast es Objituario! Fuimos felices cuando nos acompañó en un encuentro de la Comunidad de Oyentes 🙌🏻
Soy mexicana y gran parte de mi vida la pasé en la Ciudad de México; me aficioné a la bici de montaña y cada sábado salía con mis amigas y familia a rodar a una montañas muy cerca de la ciudad. Tu relato me recordó la delicia de subir a la bici, batallar en la subida mientras se respira el bosque y se huele la humedad, el pasto, el moho, las flores, y tantas cosas más. No hacía falta mucho: una bici no profesional pero sí muchas ganas de disfrutar y convivir, de compartir la ruta (y una sobredosis de adrenalina en la bajada) y comer unas ricas quesadillas al final de la rodada.