El cardumen es la newsletter mensual del laboratorio creativo Peces fuera del agua. En cada mensaje, un pez de nuestra comunidad de creativos y creativas te acompaña a nadar en el agitado mar de las narrativas digitales o los ríos infinitos del arte y la cultura. Además, te contamos en qué andamos y qué estamos preparando para el mes que viene. ¡Disfruta la lectura!
Texto y fotografías de Luz Rodríguez. Librófila, creativa y exploradora.
Desde 2009 trabajo remoto. En aquel entonces eso significaba que mi oficina estaba en el salón de mi casa. Tardé quince años en convertirme en una nómada digital. Una mujer de cierta edad que viaja sola en un lento viaje de vuelta al mundo. Me he convertido en lo que en la jerga llaman una slowmad.
Fue una transformación lenta. Los primeros años trabajé en un horario autoimpuesto de oficina, descansando fines de semana, feriados y vacaciones.
El cambio llegó en un viaje a Estados Unidos. Si trabajaba, podría estar más tiempo. Si combinaba días de trabajo intenso con días de descanso, podía disfrutar mini vacaciones todas las semanas. Y así fue como pude quedarme cinco meses en Estados Unidos, alternando trabajo y vacaciones.
A partir de ahí todos los años practiqué el trabajo-mientras-viajo, incluso en países como Irán, Haití y Cuba.
En Irán, la clave fue llevar un VPN para acceder a toda internet. En Haití fue posible porque me alojé en los hoteles que hospedan extranjeros los días que necesitaba acceso a internet.
Allí me encontré con un enjambre de misioneros y empleados de ONGs y de la ONU. Sólo los vi en esos hoteles caros o en el aeropuerto de Port-au-Prince. Su ausencia en las calles era llamativa.
El país más complicado fue Cuba porque me alojé en casas de particulares. En la bellísima Trinidad me fue imposible conectarme online. La solución vino del “resolver” cubano.
Hablando con los locales me enteré que tenía que alojarme en una vivienda que estuviera cerca de un hotel para turistas. Invariablemente, alguien en ese edificio tenía a un familiar en el exterior, que en un viaje a Cuba se había traído una antena (y posiblemente algo más). El resultado era que todo el edificio tenía acceso a la señal del hotel cercano y también sabían las claves. Ellos resolvían y yo también.
De estos viajes a Irán, Haití y Cuba saqué una lección más: en todas partes lavan la ropa. El corolario es que se puede viajar con sólo una carry on.
Pero el impulso para convertirme en nómada digital por los próximos 18 – 24 meses fue un viaje a Argentina el pasado septiembre. Me enamoré del país, de la gente, del paisaje, de la cultura, de la gastronomía. ¿Cómo era posible que nunca hubiera visitado Argentina? Y de ahí salió otra pregunta: ¿y si doy el salto para recorrer el mundo?
Y salté.
Fue posible por un cóctel de factores que se combinaron al mismo tiempo: trabajo digitalmente para dos empresas, tengo unos ahorrillos, carezco en estos momentos de obligaciones familiares y tengo salud. Además, mi personalidad es independiente.
Cerrar un hogar no es fácil. Tuve que cancelar servicios de luz y agua, cambiar planes telefónicos, comprar seguro médico y hablar con mi contable para mantener al día mis obligaciones fiscales.
También tuve que notificar a los bancos que habría retiros de dinero en el exterior y me hice análisis médicos, una mamografía, la prueba del cáncer del colon, fui a la ginecóloga y me gradué de nuevo la vista. Todo parece estar bien.
Pero lo más desgastante fue decidir qué tiraba, qué guardaba para el regreso y qué debía entrar en mi carry on.
Mi maleta tiene ya once años y las medidas justas. Camina bien, tiene una cremallera que nunca ha reventado, ni siquiera cuando me siento sobre ella para poder cerrarla. Tiene cierre numérico y un color verde chillón que la hace muy visible.
Ahí metí mi ropa, artículos de aseo, gafas de repuesto, lentillas desechables, unas sandalias, una mochila para excursiones de un día y un libro de papel.
En mi bolso tipo bandolera llevo mi portátil. También cargo dos teléfonos, uno con sim local y el otro con una eSim que siempre conserva el número original español y que me sirve para hacer la doble autenticación en operaciones bancarias.
Además, un monedero, una libreta, varios bolígrafos Pilot 0.4 que son mi debilidad, los auriculares, pañuelos de papel, una grabadora ZoomH4 y mis dos pasaportes, el de España, que es el que uso, y el de Estados Unidos.
Salí de España el pasado 21 de febrero con la idea de viajar lentamente y alternar viaje constante con al menos una semana completa en el mismo lugar, para trabajar, planificar y también descansar, con un día dedicado sólo a leer y escuchar podcasts o, si estoy muy cansada, a ver telenovelas coreanas.
Por salud mental, me he prometido hablar todos los días con, al menos, una persona de mi círculo. También a aceptar las invitaciones que me hacen turistas, otros nómadas digitales y locales que conozco en tours o actividades. Siento que me hacen bien.
En estos dos meses he participado en un retiro con ayahuasca, me alojé en un pueblo palafítico, volví a caminar en la majestuosidad de los Andes, saqué el certificado básico de submarinismo y buceé en Galápagos entre lobos marinos que cazaban sardinas.
Pero quizá el punto álgido del viaje no está siendo ni lo que veo ni lo que hago, sino lo que escucho.
Hasta ahora el viaje me ha llevado a Colombia y Ecuador, donde las conversaciones de la gente local intentando explicarse su historia y su clase política es constante, especialmente en Ecuador, sumido en la costa en una violencia hasta hace poco desconocida y en una crisis energética que te deja a oscuras cuando menos lo esperas.
Pero también tuve la oportunidad de conversar con jóvenes exitosos, como un ecuatoriano agrónomo, que me preparó con precisión matemática el café gourmet que exporta para Europa.
Y la otra cara de la moneda, la de una pareja que viajaba en mi misma buseta y planeaba ingresar ilegalmente a Estados Unidos (ahora, al parecer, los precios de los coyotes han caído y “sólo” cobran 7.000 dólares por persona).
Creo que nunca olvidaré el día que pasé con Patricio Quishpe, de la comunidad ancestral Saraguro, que me guio por sus pueblos (y me invitó a una tortilla de maíz crujiente y sabrosa que vendía una señora en la calle).
Con el paso del tiempo podré asimilar y analizar todas las experiencias que estoy viviendo. Mientras tanto sólo puedo decir que yo ya no soy la misma. Mi alma y mis ideas se han expandido. Y estoy contenta.
Cinco recomendaciones de Luz para viajar sin salir de casa:
Un libro. Solo un poco aquí, de María Ospina Pizano, ganador del premio Sor Juana Inés de la Cruz. Es una novela con un lenguaje bellísimo, donde los que viajan son los animales. La migración de la tangara me emocionó.
Un podcast. La depresión momposina, de Cartagena Federal y RTCV Play. Porque hay viajes que son hacia dentro.
Mapas sonoros. City sound guides, desde Aswan en Egipto a Yangon en Myanmar, para viajar con las orejas.
Hilos de X (Twitter). Jorge Corrales, @Yosoycorra. Cuenta Berlín con otros ojos. Cada viernes, un hilo.
Serie audiovisual. Los Durrell, amable y linda. Crea la necesidad de viajar a las islas Griegas.
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Acompáñanos a conversar online sobre la historia del secuestro aéreo más largo y asombroso de América Latina
Algunos conocimos la historia de “Los aeropiratas”, gracias al episodio que publicó Radio Ambulante en abril de 2021 y que fue producido por Victoria Estrada y Massimo Di Ricco. Luego nos enteramos de que el episodio se basaba en Los condenados del aire, el libro que Massimo había publicado en 2020. Y ahora Netflix nos sorprende con el lanzamiento de Secuestro del vuelo 601, en cuya escritura de guiones también participó Massimo y es una de las tres series más vistas en Netflix Colombia.
Nos emociona mucho contarles que el jueves 30 de mayo, a las 9:00am MEX | 10:00am COL | 5:00pm ESP, tendremos el gusto de reunirnos online con Massimo y Victoria para conversar sobre esta fascinante historia y su adaptación a múltiples formatos. Inscríbete gratis al encuentro:
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Así como en los clubes de lectura hay escritores y escritoras publicados y en formación, en nuestra Comunidad de Oyentes tenemos podcasters que nos han sorprendido con la calidad de sus shows. Por eso, en nuestro chat decidimos compilar sus producciones más destacadas en una base de datos que dejamos a tu disposición:
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¡Saltos al vacío repite evento en la FILBo!
Si estás en Bogotá, acompáñanos hoy 1 de mayo, a las 6:00pm, en nuestra conversación sobre la apuesta por el arte fuera del agua que hemos materializado en nuestro primer libro impreso y colectivo. La cita es en el Pabellón 17, Stand País de Libros. Haz clic aquí para saber más de Saltos al vacío.
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🧑🏻🏫 Esta entrega la coordinó Óscar Iván Pérez H. y contó con aportes de Luz Rodríguez.
¡Qué vaya muy bien en esta etapa de tu vida!
Saludos
Y ya estaré viajando a través de tu nius